Abro el Word. ¿Qué escribo? No sé, no me importa.
Nada importa, ¿o sí? Sí, muchas cosas importan. Más de las que yo creo, más de
las que quiero creer. Porque al fin y al cabo, si algo importa hay que luchar
por ello, ¿no? Eso es lo que me enseñaron: persigue tus sueños, no vivas la
vida que suponías vivir, vive la que realmente disfrutes, y no importa si
fallas, no importa si al final el resultado no era el que esperabas, porque al
menos sabes que intentaste, que lo hiciste, que quisiste, pero bueno, esta no
salió, no pudiste. La próxima será. Porque el gustito ácido en la base de la
garganta, el nudo en el estómago, surgen gracias a esa sensación de “y si lo
hubiese probado”, “¿qué hubiese pasado si…?”.
Yo me cansé de perder oportunidades, de desaprovechar
situaciones, personas, sensaciones por no tener el coraje para lanzarme del
risco teniendo quizás un colchón debajo para amortiguar mi caída, unos brazos
abiertos, algo esperándome. Porque al fin y al cabo, por más cliché que sea, el
que no arriesga no gana.
quelindo.
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