El chico y el chico se miraron fijamente.
El segundo de ellos, de cabello despeinado, cara
pálida y agotada y mirada perdida, dio un paso al costado.
“Las cosas no serán así, no de nuevo”, se decía.
Pero sabía que sí lo serían, que sus sentimientos volverían a verse
involucrados, que su vida volvería a entrelazarse con la de otro, y que por más
de que luchara incansablemente por evitar la fatídica unión, no lo conseguiría.
Mientras tanto, el primero, más bajito, de cara
redondeada, y dulce y sonrojada sonrisa, sólo de disponía a observar. Hacía
rato que no lo hacía. Todo alrededor suyo pasaba demasiado deprisa, y él
tampoco contaba del tiempo como para detenerse a analizarlo todo. Cada segundo
gastado en dedicarle una cantidad significativa de tiempo a su efímero
alrededor, era un segundo menos para estar haciendo algo útil y productivo, pensaba.
Aun así, esta vez era diferente.
El tiempo se había detenido, ya no había
desperdicio. Era como si cada manecilla, cada número de litio, cada grano de
arena, hubieran sido estatizados por alguna fuerza misteriosa que les impidiera
avanzar. Las apuradas personas, la impaciente chica que siempre quería algo por
más de que no supiese bien qué, el sonido del aire; todo se había visto parado.
Todos menos los dos chicos. Estos parecían estar quietos,
pero por dentro cada célula de su cuerpo estaba agitándose cada vez más. El
corazón presentaba una leve taquicardia, las ideas recorrían sus cabezas
observando, analizando y concluyendo. Sus ojos se balanceaban de un lado a otro
buscando captar cada posible detalle, hasta el más minúsculo de ellos. Ahora
podía decirse que el segundo chico no era de la ciudad. Su chaqueta gris era
claramente de origen extranjero, el cigarrillo que sostenía con cierto
temblequeo en la mano derecha no se vendía en el país y al hablar mantenía un
fascinante acento. Una mezcla de varios, a decir verdad, jamás antes escuchado
por el primero.
Cada instante duraba como miles ahora. La cortada
respiración de ambos era lo único que se escuchaba, a pesar de que momentos
atrás el bullicio de personas agitadas, danzantes, que hablaban, reían,
cantaban, gritaban, inundaba el lugar.
Nada era como parecía.
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