
La maravilla de tener a alguien que no apareció con el mero fin de quitarse las ganas de hacer algo o con el objetivo de rellenar un espacio vacío, es que todo lo que haces, lo haces improvisadamente y mostrándote tal cual eres. Una llamada telefónica, un "barsucho de la esquina", una mirada, un cielo estrellado, todas cosas no planeadas, pero geniales. Porque al fin y la cabo, si se quiere, se puede. Y queremos, así que podemos.